
Fuimos empujados por un impulso inspirador a renunciar a un estilo de vida que no nos convencía. Era hora que algo nos empuje, no nos estábamos decidiendo del todo.
Vivíamos una estabilidad que nos sofocaba. Nos desviábamos todo el tiempo de nuestras metas, siempre desganados y encerrados, como estancados, y las vibras de las personas cercanas nos afectaban de manera negativa, además el lugar, el contexto y el ritmo de vida de ciudad nos resultaba sumamente desagradable e incómodo.
Resolvimos diezmar nuestras pertenencias para viajar livianos a iniciar una nueva vida en las sierras de Córdoba, sin tanta vuelta y sin nada asegurado.
Queríamos cielo abierto, naturaleza, horizonte, sierras imponentes que nos cobijen y que de solo verlas nos devuelvan la humildad a diario. Queríamos magia y bosques.
El tiempo transcurrido entre la decisión tomada y su concreción fue rápido y desordenado, y las ganas de salir volando eran tales como para meter lo que entre en el baúl de un utilitario pequeño y solo con eso mudarse a 800 km, a una pequeña casa de alquiler vacía.
Tres personas y una gata.
Hubo listas, que se fueron modificando y reduciendo. Hubo planificación, análisis, hipótesis, debates furiosos y mucho ingenio y estrategia. Y de todo lo esencial que estaba preparado, embalado y clasificado, la mitad no entró en el baúl, así que se quedó. Algunas cosas que llevamos bien podrían haberse quedado.
Y en el medio sacamos conclusiones bastante claras de qué necesitamos realmente para sobrevivir y estar razonablemente cómodos.
Si bien en nuestro caso el desapego casi total hacia objetos de nuestra pertenencia fue en cierta forma forzado, el concepto de minimalismo ya estaba presente en nuestra mente, intentando guiarnos con moderado éxito. Veníamos revolviendo cajones y muebles, tirando cosas inservibles, regalando y vendiendo lo que tenía algún valor para otros pero ya no para nosotros. Pero nuestra casa seguía siendo un depósito.
Ya habíamos despejado el espacio anteriormente, dos años atrás cuando también nos habíamos mudado sin anestesia a vivir “into the wild” en otra experiencia bastante más improvisada que la presente, y que salió un poco mal.
Aquella vez al irnos habíamos dejado prácticamente vacío nuestro departamento en Buenos Aires salvo los muebles (el depto. está detrás de casa de mis padres y vivimos allí unos 7 años, interrumpidos, desde que nos mudamos juntos, no nos pertenece, pero vendría a ser nuestro hogar oficial). Sin embargo, en esos cerca de dos años habíamos vuelto a saturar toda la casa de chucherías caóticas.
Dimensionamos el nivel de acumulación real cuando empezamos a seleccionar lo que nos llevaríamos esta vez, considerando que donde alquilamos no había muebles así que debíamos llevarlos … en la Partner…en un solo viaje.
Así que volví a ejercer una de mis actividades favoritas que es la de vender nuestras cosas por internet. Estuvo interesante, porque debido a la tremenda inflación que sufrimos estos tiempos, y a que habíamos aprovechado los últimos reales hot sales con cuotas sin interés y descuentos verdaderos, vendí artículos a precios buenos, incluso más dinero del que los había pagado en su momento, aunque reconozco que la ecuación es un poco torpe, porque con tanta devaluación el dinero vendría a ser menos. De todas formas nos dimos el gusto de poseer ciertas cosas, disfrutarlas y luego venderlas, fue como una inversión.
Nos sirvió para juntar dinero para el nuevo objetivo, y para palpar la cantidad de cosas que un@ se convence que necesita, cuando está frustrado enfrentando una rutina que no va hacia ningún lado. A mayor frustración, mayor consumismo vacío.
El habernos llenado de artículos que evidentemente no eran tan necesarios tuvo que ver con que un tiempo largo me dediqué a elaborar viandas de comida saludable, entonces adquirí muchos electrodomésticos y utensilios de cocina que en su momento les dí buen uso, para trabajar más cómoda y de forma más eficiente.
Pero también muchas cosas las habíamos comprado lisa y llanamente para llenar nuestro vacío existencial cuando tuvimos que abortar nuestro primer intento mal logrado de abandonar el sistema.
Así es que nos centramos en las necesidades básicas y en lo que era transportable, teniendo en cuenta que al ser un experimento que podía fallar, había una posibilidad de tener que volver otra vez cargando nuestras cosas cual caracol.
Comer, dormir, abrigarse, trabajar, recrearse. ¿Cuanta materialidad se puede reducir de todo esto?
Cocinar
Llevamos recipientes y utensilios básicos, reducidos en cantidad, platos y cubiertos suficientes para nosotros tres y tal vez alguna visita, también buscando reducir porciones y mejorar nuestra alimentación. Pava, mate termo.
Heladera bajo mesada, de la cual estamos pensando prescindir o cambiar por alguna de las que usan en motor home. Creemos que si logramos basar nuestra dieta en vegetales y cereales, prescindiendo completamente de lácteos (nos hemos vuelto intolerantes a la lactosa ¿vos no?) y dejando las carnes para ocasiones especiales, o comprando para el día. No tomamos regularmente alcohol ni gaseosa, ni agua muy fría, también creemos que hace mal, hemos leído cosas por ahí y si, estamos un poco exagerando tal vez. Hielo usamos sólo si nos golpeamos o quemamos, y en todo caso aún existen los “rolitos” (bolsas de hielo que se venden en estaciones de servicio y lugares por el estilo), o por suerte también existe el mangazo a vecinos.
Filtro de agua. Es absolutamente necesario, tomamos mucha agua y tememos a los problemas gástricos que suceden en la adaptación a agua de otras regiones, aunque sea potabilizada. Y bajo ningún concepto gastaríamos más de lo necesario en agua embotellada.
Dormir
Cuando nos mudamos llevamos con nosotros un colchón inflable grande, de 1,60 de ancho, de calidad media, en el que entrabamos los cuatro (practicamos el colecho con nuestra hija y nuestra gata). Es divertido y cómodo para acampes y pijamadas, es cómodo pero no es para usarlo diariamente, debido a la diferencia de peso, cuando alguien se mueve o se levanta, se produce un tsunami de colchón que a la larga cansa. A nuestra edad también nos afecta la cercanía al piso. Ha pasado que Dafne rebote y se dé con tutti contra pared o piso. Tememos que Mei (gata) clave sus uñas y puff. Esto último no sucedió en todo este tiempo y estamos agradecidos por eso. Que es transportable es transportable. Prestó buen servicio y se encuentra cuidadosamente guardado en su caja para su eventual uso.
*Posteriormente compramos colchones de espuma (buscamos hasta conseguir precio acorde y cuotas sin interés) y fabricamos tres camas, tipo módulos, totalmente desarmables, en madera de pino, ocupan desarmadas muy poco espacio y podrán transportarse fácilmente la próxima mudanza. Aquí nuestro tutorial para fabricar muebles desarmables baratos con conocimientos básicos de carpintería y utilizando herramientas manuales.
Llevamos además de sábanas y almohadas, muchas frazadas y acolchados, se compactan y sirven también para poner bajo el colchón, y envolver o proteger otros elementos en el viaje.
Ropa
No somos para nada fashion víctims, nada más lejano, no seguimos tendencias ni en la secundaria, así que buscamos estar cómodos, no innovamos en estilos, y estamos casi siempre de entrecasa, cuando salimos tenemos casi que uniformes. Hugo cumple realmente esa regla, bermuda-remera/ jean-buzo, yo uso más variedad pero no poseo tampoco exceso de prendas. Somos de esos que si por equis motivo nos vestimos diferente todos sospechan, se sorprenden o tardan en deducir si bajamos de peso, nos cambiamos el peinado o que, es buena. También nos pasó de comprar ropa elegante o de otro estilo diferente al nuestro y no encontrar la ocasión para usarla, lo cual trae un arrepentimiento de haber gastado en vano y también culpa de no usarla. No necesitamos esas pequeñas cargas mentales. Dafne tiene mucha ropa, a ella le gusta, combina y elige, y además ensucia mucho, pero de todas formas su pequeña ropita ocupa un mínimo espacio. En un principio permaneció todo en su valija, luego conseguimos un mueble prestado.
Trabajo
Notebooks, celulares, tableta de dibujo, herramientas varias. El internet se pide una vez asentados, mientras tanto para trabajar y enviar cosas usamos un modem portable con plan de datos precargado, o el celu.
Recreación
Algún que otro juguete (Dafne no se encariña con casi nada, tiene una caja de bloques de madera y con eso arma cosas, les gusta andar con ramas y jugar con barro o dibujar) guitarra, papel, lápices, herramientas de jardinería pequeñas. No tenemos tele, miramos ficciones en la compu. Nos entretenemos con poco, igual la intención era aflojarle a las pelis, series y redes sociales, y salir más a caminar y hacer cosas afuera.
Muebles etc.
Llevamos unas sillas plegables de camping que pronto se rompieron, mesita y sillitas de Dafne, se usan bastante para apoyar cosas aleatorias. La idea era armar nuestros muebles o cirujear cosas, o arrastrar algunos troncos teníamos un fondo para comprar cosas absolutamente necesarias, también hubiéramos podido mandarnos las cosas por expreso o encomienda, pero parte del experimento era ver hasta dónde nos arreglábamos con casi nada, y esto hizo todo el proceso más divertido y menos estresante. Y además tenemos grabado a fuego el ahorro extremo, por eso aquí estamos escribiendo y aconsejando sobre este tópico. Básicamente el valor principal de este blog es el minimizar gastos, usar el pensamiento lateral para exprimir hasta el último centavo y hasta pareciera que todo gira en torno a la ratonez aplicada a todo. Muchos habrán emprendido esto por pura necesidad, sobre todo durante este mal gobierno que padecemos.
No es en nuestro caso una moda snob ni una pretensión asceta.
Somos ratones graduados, pero esto tiene un trasfondo más profundo, de búsqueda de libertad, y de concebir la plata directamente como tiempo valioso consumido de nuestra preciada vida, algo que no se anda despilfarrando por ahí, a cambio de baratijas o estafas comerciales.
Volviendo a nuestra mudanza reducida, obviamente que nos faltaron cosas, pero no tantas como hubiéramos pensado.
Literalmente nos olvidamos de la existencia de muchas cosas que estaban presentes en nuestra anterior vida diaria, y lo pudimos comprobar en una visita a nuestro antiguo hogar.
No pudimos prescindir de estas cosas:
Mesa y sillas, mueble para ropa, que nos prestó una amiga que vive en Ciudad de Cordoba. Solucionado. Cuando sea hora de partir los devolveremos y mientras vamos a ir construyéndolos desarmables.
Escritorio y su sillón. Los compramos usados a buen precio a través de Marketplace de Facebook (gran recurso para vender con contacto directo, o aprovechar cosas que otros sueltan a precios variados, a veces parece la tiendita del terror digital pero siempre algo aparece de lo que se busca). Es importante trabajar cómodos y resulta esencial, posiblemente los vendamos o reemplacemos en un futuro al trasladarnos, ya que son bastante aparatosos).
Lavarropas: con la llegada del frío y lluvias, el lavado a mano de la ropa se complicó. Nos prestaron indefinidamente un secarropas, por lo cual optamos por comprar un lavarropas semi automático, económico, ecológico y liviano. Funciona muy bien y es razonablemente transportable. Nos encariñamos.
Camas y colchones: Pasadas unas semanas dormir en el colchón inflable sobre el piso se volvió intolerable. Fabricamos tres camas, tipo módulos, totalmente desarmables, en madera de pino, ocupan desarmadas muy poco espacio y podrán transportarse fácilmente la próxima mudanza. Aquí nuestro tutorial para fabricar muebles desarmables baratos con conocimientos básicos de carpintería y utilizando herramientas manuales.
Mesita con cajones multiuso, también las compramos usadas, junto a un velador.
Vaporera: Nos trajimos la vaporera eléctrica. Podría dejar una muy buena reseña de ella. Tal vez aquí.
Compramos una cafetera Volturno y se convirtió en un objeto favorito, en La Falda hay una tienda que muele cafés de diferentes tipos y fue un golazo la compra, para enfrentar el frío de las sierras.
Eso fue todo, y no, no vivimos en una pocilga. Y no nos falta realmente nada. Las cajas de cartón vacías se volvieron nuestras mejores aliadas, pero nos encargamos de que nuestra casita de alquiler se vea linda prolija y cálida, nos gustan las plantas, así que poseemos plantitas en lata, decoramos con fuentes con fruta y dibujos,y estos centinelas:

Habiendo reducido tanto, le damos más valor a las cosas que se quedan con nosotr@s. Ganamos tiempo en ordenar y limpiar. Podríamos vivir en un motor home si pudiésemos comprar uno (ya llegará). Y cuando busquemos nuevos rumbos, con un poco de previsión, podremos cargar “la camio” y seguir.
Consideramos transmisible nuestro experimento, para la reflexión sobre el desapego material y sus aspectos prácticos. No andamos juzgando a quienes quieren y disfrutan de sus posesiones, con tanto esfuerzo conseguidas, lo consideramos totalmente válido y tratamos de no fanatizarnos con nuestros métodos.
Nuestra experiencia con el minimalismo extremo fue satisfactoria, liberadora y reveladora, pero porque llegó justo en un momento de despeje general en nuestras vidas.
Y nos aportó cosas positivas, por eso compartimos detalles, como guía para quien se interesa en el tema.
Komentarze